¿Sabías que la Torre Eiffel, uno de los grandes iconos de la ingeniería, no está construida en acero?
Contrariamente a lo que muchos piensan, esta emblemática estructura parisina está formada casi en su totalidad por hierro pudelado, un material que fue clave en la Revolución Industrial y que marcó una etapa fundamental en la historia de la construcción metálica.
El hierro pudelado.
Era utilizado en el siglo XIX antes de la popularización del acero moderno, se obtenía mediante un proceso artesanal que consistía en eliminar las impurezas del arrabio en hornos especiales, removiendo el material manualmente.
Así se conseguía un hierro mucho más dúctil, resistente y menos frágil que el hierro fundido tradicional, lo que permitió levantar estructuras tan audaces y esbeltas como la Torre Eiffel, inaugurada en 1889 y compuesta por más de 18.000 piezas ensambladas con millones de remaches.
En la época en que se construyó la torre, el acero existía, pero aún era costoso y difícil de producir a gran escala. Por eso, el hierro pudelado fue la opción elegida para grandes obras públicas y ferroviarias. Este material se caracteriza por su bajo contenido en carbono (menos del 0,1%), lo que lo hace más maleable y fácil de trabajar que la fundición, aunque su producción era mucho más laboriosa, ya que requería una gran intervención manual.
A partir de finales del siglo XIX y, sobre todo, en el siglo XX, la aparición de nuevos procesos industriales, como el convertidor Bessemer y el horno Siemens-Martin, revolucionó la producción del acero, haciéndolo mucho más accesible y versátil. El acero moderno, aleación de hierro y carbono (junto con otros elementos), permitió construir estructuras todavía más altas, ligeras y resistentes, sustituyendo poco a poco al hierro pudelado en la arquitectura y la ingeniería.
El nacimiento del rascacielos
La diferencia principal entre ambos materiales radica en la composición y el proceso de fabricación. El hierro pudelado es más blando y dúctil, pero el acero es mucho más resistente, elástico y duradero, lo que permite reducir el peso de las estructuras sin perder solidez. Además, el acero puede recibir diferentes tratamientos para mejorar su comportamiento frente a la corrosión y las inclemencias del tiempo, como sucede con los aceros inoxidables y galvanizados que hoy en día utilizamos en Hierros Mora Antón para nuestros proyectos.
La Torre Eiffel sigue en pie
Sin embargo, la Torre Eiffel sigue en pie tras más de 130 años, y gran parte de su longevidad se debe al meticuloso mantenimiento que recibe: cada siete años se repinta completamente con decenas de toneladas de pintura, protegiendo el hierro pudelado de la oxidación.
El caso de la Torre Eiffel es un ejemplo fascinante de cómo los avances en los materiales han ido moldeando la arquitectura y la ingeniería. Hoy, el acero es el gran protagonista en la construcción de puentes, edificios y todo tipo de infraestructuras, pero no debemos olvidar el papel histórico del hierro y su evolución.
En Hierros Mora Antón, llevamos generaciones trabajando y evolucionando con el metal, y sabemos que entender las propiedades de cada material es fundamental para ofrecer siempre la mejor solución a nuestros clientes.
Si tienes dudas sobre qué tipo de hierro o acero se adapta mejor a tu proyecto, puedes consultarnos: nuestro equipo te asesorará con la experiencia y la pasión de quienes sienten el metal como parte de su historia.




