El sector se reinventó apostando por el reciclaje, que es el 75% de su producción, y explora nuevas tecnologías, pero se ve acorralado por los altos costes eléctricos
El acero español es de los más ‘verdes’ del mundo. Lo es bastante más que el alemán o el francés, supera la media europea y se coloca, de hecho, en la franja de las industrias pesadas menos contaminantes del mundo. Y es así porque, desde hace años, a la par que avanzaban las tecnologías para reducir el impacto ambiental de la industria siderúrgica, en España sus fábricas apostaban por especializarse en producir a partir de acero reciclado, cuyos hornos se alimentan de electricidad, a diferencia del acero de nueva fabricación, la llamada siderurgia integral, en la que se quema carbón.
Pero esa ventaja ‘verde’ del acero español es, también, paradójicamente, una amenaza para este sector por culpa del disparado precio de la electricidad que se da en nuestro país. La factura eléctrica que paga una fábrica de acero reciclado en España es muy superior al que se abona en Alemania o Francia. Así que, mientras el gobierno presume de transición ecológica, su industria siderúrgica sufre sobrecostes energéticos por ser más ‘verde’ que la de otros países de nuestro entorno.
La amenaza eléctrica
El problema es de calibre y azota la línea de flotación de la descarbonización. «El hecho de que el coste de la electricidad haya llegado a duplicar al de otros competidores como Francia o Alemania representa, obviamente, un problema para nuestra industria siderúrgica», afirma Begoña Cristeto, socia responsable de Industria, Química y Automoción de la consultora KPMG en España. «Debemos tratar de compatibilizar los objetivos de electrificación verde de la industria con unos precios de la energía renovable que no amenacen la competitividad de la propia industria», subraya. Más aún cuando la siderurgia europea también tiene que hacer frente a «la competencia internacional de países con normativas medioambientales menos exigentes».
Cristeto indica que el hecho de que España sea una potencia internacional en producción de acero reciclado es, sin duda, un punto fuerte. Pero, sin unos costes energéticos acordes, eso puede acabar siendo un serio problema para su competitividad que beneficiaría al acero producido en países más contaminantes.
La industria siderúrgica española es la segunda de Europa en producción de acero reciclado, solo por detrás de Italia. «Más del 75% del acero que se fabrica en España es reciclado, un

porcentaje que está muy por encima de la media europea, que se sitúa en torno al 50%, y también de la media mundial, que ronda el 40%», explica esta experta de KPMG.
El año pasado, la industria siderúrgica española consumió 9,1 millones de chatarra que convirtió en acero reciclado. El 64% era chatarra nacional, un 24% la importó del resto de la UE y un 12% de países extracomunitarios.
Reto medioambiental
De las 11,1 toneladas de acero que salió de las fábricas siderúrgicas españolas, tres cuartas partes se obtuvieron con chatarra (acero reciclado) y el resto era acero de primera generación, obtenido con mineral de hierro transformado con coque (carbón). En Asturias están las únicas plantas que quedan en España de acero de primera generación, la conocida como siderurgia integral. Pertenecen al gigante multinacional Arcelor Mittal.
La siderurgia integral es la que se enfrenta a un mayor reto de descarbonización, por motivos obvios, dada la producción de acero con energía obtenida con coque. Un horno eléctrico de acero reciclado genera unas emisiones directas de CO2 de apenas 100 kilos por tonelada de acero producido. Sin embargo, en la siderurgia integral las emisiones son 18 veces mayores en el mejor de los casos, en las factorías más eficientes.
«A nivel internacional hace años que se está investigando y experimentando para la reducción de emisiones de CO2 en la siderurgia integral, se está avanzando en ese terreno. Una de las ideas es usar hidrógeno, pero todavía no se ha conseguido una solución madura y, además, el elevado precio del hidrógeno lo hace inviable, es diez veces mayor que el del gas natural», explica el director general de la patronal siderúrgica española Unesid, Andrés Barceló.
El compromiso del sector es alcanzar la neutralidad climática en 2050. La clave estará en el desarrollo tecnológico -en el caso de la siderurgia integral más contaminante- y en seguir avanzando en la reducción del impacto ambiental de la industria del acero reciclado. Pero para todo ello es fundamental rebajar y contener el coste de la electricidad, advierten los empresarios. «Se tiene que avanzar en la doble vía de hacer electricidad con menos emisiones y más barata», afirma Barceló.
Esta semana, en la junta de Unesid, su presidente, Bernardo Velázquez, insistía en que «no habrá transición industrial ni descarbonización sin el acero». Y remarcaba: «La industria siderúrgica necesita disponer de un precio de la energía -sea electricidad o gas- estable, competitivo y predecible. Y eso aún no está a nuestro alcance».
«La industria reclama un marco regulatorio que permita invertir, competir y prosperar. Si el entorno no favorece la inversión -explica Velázquez-, a nuestros productos les costará competir y la transición consistirá en que produzcan más los países más contaminantes».
Casi 30.000 empleos dependen directamente de la industria siderúrgica en España. «El 91% son empleos fijos y el salario medio anual supera los 40.000 euros, cuando en España la media no llega a 22.000 euros», apunta Barceló.

ABC – 21 de junio 2021